viernes, 29 de enero de 2016

Una animación tradicional y con futuro

Este articulo fue originalmente publicado en el número 59 de Dot Magazine.

http://issuu.com/dotgalicia/docs/dot59_online/21?e=4737205/11232830
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En la primavera del 2013 Disney anunció el cierre de su estudio de animación tradicional. Fue una muerte anunciada. La compañía productora de éxitos 2D como La Bella y la Bestia o El Rey León había abandonado poco a poco los lápices para producir sus largometrajes animados exclusivamente con imágenes generadas por ordenador. El último espaldarazo a esta decisión fue el éxito de Frozen. El reino del hielo, aplaudida por la crítica y por el público. Este film, íntegramente realizado en 3D, es la típica adaptación de un cuento clásico a un musical (en este caso La reina de las nieves del danés Andersen). Una fórmula que Walt Disney había impuesto desde su primera película Blancanieves y los siete enanitos.

En septiembre de ese mismo año, el maestro de la animación, el japonés Hayao Miyazaki anunció su retirada. La noticia sorprendió a todos en el sector. A modo de despedida estrenó la ambiciosa El viento se levanta en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Ante la espectacularidad de sus escenas no fueron pocos los que lamentaron la marcha del director nipón.

Todo indica la muerte de una disciplina usada desde casi los inicios del cine. Este proceso artesanal, animación dibujo a dibujo, ha quedado relegado a las producciones independientes norteamericanas (por ejemplo, los cortometrajes de Bill Plymton) o a producciones europeas. De hecho, este mismo año la irlandesa Song of Sea está nominada a los Oscar en la categoría a Mejor Largometraje de Animación.
 


En este ambiente desesperanzador para los animadores tradicionales, Patrick McHale, un jovencísimo director que proviene de la cantera de Cartoon Network y que ya había trabajado en Hora de aventuras crea Over the Garden Wall, una miniserie de diez capítulos de diez minutos cada uno. Cartoon Network la produjo y la emitió en noviembre de 2014 en EE.UU. Fue un éxito aplastante.

La historia narra las aventuras de dos hermanos perdidos en un extraño y mágico bosque. Es un cuento de hadas tenebroso con una pizca de humor. Los personajes están genialmente construidos y enseguida simpatizas con los dos protagonistas: el desesperante Greg y el histérico Wirt (al que le pone voz Elijah Wood en la versión original).

Ambientada en un lugar imposible, bebe del imaginario de la Norteamérica profunda, ya reflejada por Tim Burton en Big Fish o Sleepy Hollow o incluso Night Shyamalan en El Bosque. Sin ser un musical, numerosas canciones sureñas escritas expresamente para la miniserie pueblan la banda sonora con sus pianos aporreados, sus banjos y sus acordeones. El conjunto consigue, como antes lo hizo cualquier película de Wes Anderson, provocar nostalgia por una cultura que casi seguro le es ajena al espectador, fuera de las fronteras estadounidenses. 

Por otro lado logra crear una estética original, con un dibujo muy sencillo, influenciado por las tiras cómicas norteamericanas del los años veinte y al mismo tiempo por el primitivo anime de Osamu Tezuka. También usa recursos de los primeros cortometrajes de Mickey Mouse y los mezcla con los últimos hallazgos del mencionado Miyazaki.
 
Entre las obras de éste autor es El viaje de Chihiro  la referencia más clara. No sólo narrativamente porque en los dos films hay niños perdidos en un mundo mágico. El diseño del personaje de Auntie Whispers se parece demasiado a Zeniba de la película japonesa, aunque una se cubra con una capa puritana y la original vista un kimono.